Patrick Everett

Patrick es una persona seria, de carácter firme e ideas claras. Siente un gran respeto por la disciplina y posee un enorme potencial para ser líder, es extremadamente exigente consigo mismo. Sin embargo, es bastante introvertido y no le gusta relacionarse con los demás, por lo que se le puede considerar una persona solitaria. A primera vista puede parecer un individuo con una frialdad inminente y determinación, siendo alguien de pocas palabras y que muy rara vez expresa sus sentimientos. Tampoco le gusta llamar la atención.

Su expresión varía entre la prudencia y la neutralidad, siendo muy atípico a mostrar emociones positivas o entusiastas. Aún así, eso no quiere decir que no sienta nada. Es cierto que no es la persona más emotiva del planeta, pero eso no justifica que no sea sensible o empático. Se preocupa por aquellas pocas personas en las que ha depositado su confianza y procura hacer todo lo posible para protegerlas. No se deja adular por las palabras, ya que prefiere guiarse por las acciones que por las falsas promesas. Es algo desconfiado con la gente que no conoce, pero una vez esas personas se ganan su confianza, éstas pasan a ser alguien a quienes tiene en alta estima, a pesar de que no sea alguien que halague con palabras.

Es fácil hacerle enfadar, pero muy difícil que se enfurezca hasta el punto de perder los estribos. Tiene la paciencia justa y siempre parece tener una palabra para cada situación. Suele molestarse por las cosas poco serias, como por ejemplo las voces demasiado altas o acciones cometidas de manera imprudente. Con este tipo de personas tiene muy poca paciencia y suele ignorarlas o darles miradas de advertencia para que corrijan su actitud. Por otro lado, es muy perfeccionista y tiene una obsesión insana por el orden y la limpieza.

Cabe a destacar también que adora la música y le dedica tiempo continuamente pues le relaja mucho y le evade de los problemas o el bullicio ajeno. Posiblemente componer melodías y escribir canciones es lo que más le llena por dentro y sueña con convertirse en músico en un futuro no muy lejano. Aparte de eso, también le gusta practicar trucos de magia con cartas cuando está aburrido, aunque no es muy partidario de enseñárselo a los demás. Le atrae peligrosamente el fuego y siempre que se le presente la oportunidad intentará provocar un pequeño incendio que le genere cierta excitación...

Patrick nació una fría noche de invierno en el corazón de York, una histórica ciudad fortaleza situada en el nordeste de Inglaterra. Se crió en el seno de una familia humilde de orígenes italianos. Su padre, David, trabajaba en una importante imprenta y su madre, Gwinevere, era profesora en un conservatorio de música. Era por esto por lo que le inculcaron desde una edad muy temprana un interés especial por la música, y de igual manera, importantes valores éticos dado su estatus social. En general, la relación con sus padres era muy buena, sobretodo con su madre quién se mostraba más cercano. Hasta los seis años de edad el joven Everett vivió feliz y tranquilamente con sus progenitores hasta que su vida dio un giro de 360º

Dada la crisis financiera de la época, el padre de Patrick perdió su empleo y comenzó a refugiarse en el alcohol. Como consecuencia, todo el peso familiar recayó sobre la madre. David, al ver que no era capaz de poder mantener a su familia económicamente por sí mismo, sino que era su esposa quién llevaba los pantalones de la casa, adquirió una actitud machista y comenzó a maltratarla física y psicológicamente. No era capaz de concebir que una mujer la superara y tuviera más éxito que él. Así pues, Patrick empezó a vivir en un mundo de constante violencia. La situación en el hogar llegó a ser muy insostenible, generándose así un régimen de terror en la casa de los Everett.

Cuando el muchacho regresó a la vivienda después del colegio para celebrar su décimo cumpleaños, se desató el infortunio. El hijo encontró en el suelo de la cocina el cuerpo calcinado de su madre junto a una nota de parte de su padre en el que estaban escritas las palabras “feliz cumpleaños”, originándose así un profundo trauma en el pequeño. Después de aquello, y para que David pudiera huir de la ley tras cometer semejante acto, se llevó a Patrick a vivir a la segunda isla más grande de Japón, Hokkaido. Fue entonces cuando el padre del desdichado e infeliz zagal comenzó a abusar de él. Finalmente, después de tres años de constantes pesadillas, sufrimiento, despotismo y agresiones de todo tipo, Patrick consiguió reunir el coraje suficiente para vengarse de su padre y acabó quemado mortalmente su cuerpo mientras éste dormía a altas horas de la noche.

En ese momento, y para despojarse de todo mal recuerdo, dictaminó que lo mejor que podía hacer era fugarse de aquella pequeña casa y quemarla hasta reducirla a cenizas con su padre dentro, como si de un accidente doméstico se tratara y erradicar así la existencia de la persona que le había destruido la infancia. A partir de entonces, el joven vivió en la calle y viajó a diferentes ciudades del país robando para poder sobrevivir durante un año hasta acabar en el pueblo Hibika.

A sus estrenados catorce años, mientras estaba robando algo de comida en un supermercado, socorrió a Nanae Hashimoto, una anciana que estaba siendo agredida por unos adolescentes rebeldes justo delante de las cajas de la tienda. La pobre mujer mayor, a modo de agradecimiento, le prometió que se podía ir con ella a vivir tras cumplir su primera sanción en el reformatorio Watari. Fue así cómo, tras cumplir los seis meses de condena en el correccional, Patrick pudo vivir y servir a la señora Hashimoto hasta su muerte, teniendo la oportunidad de volver a estudiar música y recibiendo una educación en una escuela masculina, en la cual no hizo amigos aparentemente. Para entonces ya empezaba a mostrar interés por los trucos de magia con las barajas de cartas y empezó a ser autodidacta.

Cuando la octogenaria hubo fallecido, le dejó a Patrick como herencia una guitarra y éste tuvo que volver a las calles nuevamente porque la casa donde estuvo viviendo con ella pasó a ser propiedad del banco. Sin embargo, en esta ocasión se ganaba la vida con la música y haciendo trucos de ilusionismo con cartas. Poco tiempo después de la muerte de la señora Nanae Hashimoto, a los dieciséis años de edad, el joven entró en una depresión dada su inestabilidad económica y carencia domiciliaria, convirtiéndose en un chico problemático. A raíz de aquella situación su ligera obsesión por la piromanía empezó a desarrollarse, provocando de este modo varios incidentes graves que acabaron con Everett de vuelta al reformatorio Watari (en última instancia, por provocar un incendio en un parque natural a las afueras del pueblo y por confesar el crimen contra su odiado y cruel padre), y despojándose lamentablemente de su preciada herencia...

Posee una complexión delgada, pero flexible. Le gusta mantenerse en forma. Mide 1,77cm y tiene un complejo con sus pies porque son ligeramente más pequeños en proporción a su altura. Su cabello es de color negro, corto y lacio, manteniendo el pelo sutilmente más compendioso en la zona de las sienes y la nuca (le gusta arreglarse con frecuencia su corte de pelo para tenerlo siempre impecable) Sus ojos son pequeños y rasgados, de un color gris plomizo. Tiene las pestañas sobradamente largas para ser un hombre y presenta unas reducidas ojeras pronunciadas que intenta disimular con maquillaje. También tiene un piercing en la parte superior de la oreja izquierda en forma de aro plateado y un anillo simple de color negro mate en el pulgar derecho.

Suele aparentar más edad de la que realmente tiene. Su tez es clara y su rostro se caracteriza por su permanente expresión escéptica, la cual parece ser inalterable a primera vista. Intenta no sonreír, ni expresar emoción alguna ante los demás para no llamar la atención ni mostrar debilidad. Tiene unos labios finos, la cual le gusta relamerlos con frecuencia, y una nariz refinada con una leve cicatriz cuasi imperceptible. La marca que etiqueta al muchacho como un compañero de raza la posee en la nuca y es perfectamente visible ya que mantiene su cabello corto. Por otro lado, posee pequeñas cicatrices circulares por todo el torso, espalda y brazos (se tratan de quemaduras producidas por su padre como castigo)

Antes de ingresar en el reformatorio Watari solía vestir con prendas de colores neutros, siempre camisas, chaquetas de cuero y pantalones con tirantes.

Gustos:

• El fuego
• El cuero
• Las aves
• La soledad
• Tomar el té
• Los espejos
• Jugar al billar
• Componer música
• La comida picante
• La ciencia y la lógica
• Leer novelas gráficas
• La limpieza y el orden
• La sencillez de lo cotidiano
• Reparar relojes estropeados
• El sonido de los relojes analógicos
• Estar en contacto con la naturaleza
• Ducharse con agua extremadamente caliente


Disgustos:

• Los perros
• El desorden
• Los tatuajes
• Las mentiras
• La prepotencia
• El olor a tabaco
• Todo acto social
• Tener el pelo largo
• Las figuras autoritarias
• Que le falten el respeto
• Las bajas temperaturas
• Los sonidos estridentes
• La inseguridad personal
• Las personas extravagantes
• Que le toquen sin su consentimiento


Manías:

—Arreglar objetos rotos.
—Canta cuando está solo.
—Maldecir en inglés constantemente.
—Hacer girar su anillo cuando se siente incómodo.
—Tiende a evitar grandes aglomeraciones de personas.
—No demorarse más de tres minutos exactos en la ducha.
—Salir a correr durante una hora y media justo antes de desayunar.
—Crujir su mandíbula antes de realizar cualquier tipo de actividad con determinación.


Otros datos:

—No cree en Dios.
—Es claustrofóbico.
—No se le da bien cocinar.
—Nunca se ha enamorado.
—No tolera muy bien el alcohol.
—Toca la guitarra y la armónica.
—Usa gafas para leer en privado.
—Siempre cumple con su palabra.
—Sabe hacer trucos de magia con cartas.
—Tiene problemas para conciliar el sueño.
—Es encargado de limpieza en el reformatorio Watari.
—Le gustan los musicales, pero no lo admite en público.
—Pertenece al taller de música del correccional de menores.
—Por las noches suele componer música y escribir canciones.


Pertenencias:

• Un antiguo reloj de bolsillo
• Una baraja de cartas francesas
• Un pequeño cuaderno forrado de cuero


Tiempo de Permanencia: Cinco años
Estancia en el reformatorio: Dos años